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¿Cómo evitar la deshidratación en verano?
Categoría | Médico de Cabecera
28/02/2018

¿Cómo evitar la deshidratación en verano?

Índice de contenidos

Uno de los principales peligros que traen las elevadas temperaturas del verano es la deshidratación, o pérdida excesiva de líquidos. El agua es el principal elemento del cuerpo humano: compone aproximadamente un 60% del organismo de un adulto, y el 70% de un bebé.

Esto nos da una idea del papel vital que cumple en nuestras funciones diarias. El agua es componente estructural de todas las células. Además es el medio de transporte de los nutrientes y regula la temperatura corporal a través del sudor. Por ello la importancia de hidratarse constantemente, aun sin sentir sed.

Consumiendo las cantidades adecuadas

Es importante saber que cuando hemos perdido el 1% del agua corporal, se presenta la sensación de sed. A partir del 5% pueden empezar desórdenes graves, como calambres, desaceleración de los latidos, espasmos musculares, náuseas o delirios. La pérdida de un 20% puede causar la muerte.

Perdemos agua por medio de diversos mecanismos, como la sudoración y la respiración, así como a través de la orina y las heces. En condiciones normales, el agua perdida debería ser repuesta por medio de la ingesta de líquidos.

Los adultos necesitamos beber entre 1.5 y 2 litros diariamente. Para quienes practican deportes, o en caso de calor excesivo, la cantidad adecuada es de aproximadamente 3 litros. Son especiales los casos de los adultos mayores y los niños, que trataremos más adelante.

¿Cómo evitar la deshidratación?

 Una forma muy sencilla es tener siempre un vaso de agua cerca de nosotros, en casa o en la oficina, para recordarnos que debemos beber. Si salimos a hacer deportes, es necesario llevar una botella, de la que podemos ir tomando pequeños sorbos mientras realizamos nuestra rutina.

Otra forma de acostumbrarnos a beber líquido constantemente es no solo hacerlo a través del agua, sino también de refrescos, jugos de frutas, infusiones, lácteos, etc. La variación de sabores nos ayudará a consumir lo necesario.

Alimentos como las frutas (sandía, naranja, mandarina, etc.), las verduras y las hortalizas pueden contener hasta un 90% de agua en su composición, por eso es importante incluirlas en nuestra dieta. También podemos consumir batidos, helados o gelatinas, pero no en exceso, ya que son ricos en azúcares.

La deshidratación en niños y adultos mayores

 Estos son casos especiales, ya que los cuadros de deshidratación pueden ser más comunes y peligrosos. En el caso de los niños y bebés, su sentido de la sed aún está en proceso de desarrollo, por lo cual no beben el agua que necesitan.

En cuanto a los adultos mayores, su mecanismo de termorregulación puede empezar a fallar, y su sensación de sed disminuir. Por eso, es necesario que tanto en el caso de niños como de ancianos, estemos atentos a que ingieran la cantidad de líquidos debida, o brindársela nosotros mismos.

Si nos referimos a bebés menores de seis meses, no es necesario darles agua además de la leche materna. Lo que se necesita es aumentar las tomas, es decir, ofrecerles el pecho con más frecuencia. Si les damos leche artificial, el agua que ingieren en cada biberón es suficiente.

Por otro lado, no es recomendable que niños ni ancianos estén expuestos directamente al sol entre las 11 am y 4 pm, horas en que la radiación es más fuerte. Es necesario que usen gorras, sombreros, y bloqueador solar. Además, debes refrescar su piel constantemente, sobre todo en la cabeza y la nuca.

En un caso de deshidratación, la persona está pálida, suda mucho y su pulso se debilita. Debemos acostarla con las piernas levantadas y darle agua o bebidas isotónicas de a pocos. Después, un especialista le dará el tratamiento adecuado. Para más información saludable, suscríbete a nuestro blog.

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