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La palabra difícil
Categoría | Balance y Control
12/04/2016

La palabra difícil

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Dos letras simples y cuanto trabajo cuesta pronunciarlas. Preferimos los “quizás” los “tal vez” o cualquier evasión para no enfrentar a la realidad de negar algo.
Decir NO implica decisión y firmeza. Requiere una actitud que muchos no queremos tomar. ¡Cuántos problemas evitaríamos si un NO saliera de nuestros labios cuando es preciso!
Las personas, por lo que parece, tratan de no comprometerse y alargan innecesariamente situaciones que, en el fondo, las comprometen más. Para elegir hay dos palabras cortas y una más larga: SÍ, NO y QUIZÁS. La que más cuesta pronunciar es el NO y las otras dos se usan muy libremente. Por eso nos enredamos muchas veces, ya que por salir del paso damos un SÍ cuando de pronto debimos decir NO o intentamos un QUIZÁ que solo sirve para posponer.
¿Por qué nos cuesta tanto decir NO, tomar una decisión y “cortar por lo sano”?
Puede ser el temor de que “nos crean malos” o “no tan buenos”; puede también ser desidia o flojera. El hecho es que preferimos decir cualquier otra cosa que NO.
Sin embargo, decirlo cuando se debe o se cree que la respuesta debe ser negativa va a despejar un camino que muchas veces nosotros mismos sembramos de maleza y en el que ponemos obstáculos. Si el problema está en una palabra, es que nosotros mismos creamos el problema.
Hay que decir que NO, si es necesario. De repente nos cuesta, pero si es lo justo y lo que pensamos, es lo que hay que decir.
Para decir NO hay que tener valor y atreverse.

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